“Raya y el último Dragón” está dirigida
por Don Hall y Carlos López Estrada, dos directores y creativos con pasado y
futuro dentro de Disney, por lo que se les ha confiado este singular proyecto que
representa la primera cinta animada inspirada en la cultura del sudeste asiático.
La película relata la historia de Raya,
quien se encuentra en la búsqueda de Sisu, el ultimo dragón del fragmentado
reino de Kumandra, mismo que se encuentra sitiado por los Drunn, entes sombríos
que transforman en piedra a quien tocan. Raya busca la ayuda de Sisu para juntar
las piezas de un orbe mágico, necesario para poner fin a la invasión de los
Drunns. Su camino estará lleno de obstáculos, entre los cuales está Namaari, su
antigua amiga de la infancia, quien también busca todos los fragmentos del orbe.
La evolución tecnológica permite la
mejora de los visuales en las obras cinematográficas de animación y, al ser este
el más reciente lanzamiento del estudio, la lógica señala que un avance en la animación
era más que esperado. En esta película, el aspecto visual está tan bien hecho
que no sería para nada aventurado calificarlo como una verdadera obra maestra. No
solo la animación luce excelente al traer movimientos más genuinos y
expresiones faciales más humanas a sus personajes, sino que se nota una mejora
en las texturas de los objetos, la forma en la que las cosas se reflejan en
cristales o agua y un gran uso de la luz y el color que se ve en pantalla. La
mejor parte es que la película incluye de manera muy original el aspecto visual
en su narrativa, utilizando técnicas y formas que ayudan a desarrollar mejor no
solo a los personajes, sino también su camino hasta la conclusión del viaje.
Gracias a la animación se pudieron
conseguir personajes mucho más vivos en sus expresiones y movimientos. Por lo tanto,
se generó el reto de conseguir las voces que le hicieran justicia a tan
excelente labor. Kelly Marie Tran y Awkwafina hacen un trabajo sobresaliente
como Raya y Sisu respectivamente y se llevan con justicia todos los elogios
posibles al dotar de un gran carisma y simpatía a ambos personajes, quienes sin
duda se convertirán en clásicos del estudio.
Otra de las cosas que hace grande a
esta historia es su protagonista, Raya. Algo que tienen en común las películas
de princesas Disney que no cuentan con el príncipe que viene a salvarlas, es
que permiten una mayor exploración del personaje al ponerla a ella como total
centro de la historia. Algunas veces, como en el live action de Mulan, la fórmula
fracasa al darnos una heroína sin defectos, que puede hacer todo y nada
representa un riesgo grande para ella. Con Raya pasa algo completamente
distinto, es una habilidosa guerrera capaz de derrotar a un grupo de soldados
ella sola, pero a la vez se la pasa cometiendo errores. Conforme avanza la cinta
podemos ver la evolución de Raya de forma auténtica y convincente, logrando un excelente
desarrollo en su personaje.
Tal vez el único problema con esta película
es que pudo ser mejor si se hubiese dado un tratamiento similar al personaje de
Namaari, quien resulta ser tan clave en la historia como la misma Raya. A pesar
de que vemos algunas escenas con su madre que reflejan de cierto modo el
trasfondo que hay del personaje, lo correcto hubiese sido darle un desarrollo introspectivo
mucho mas profundo y que así se beneficiara a la cinta con un impacto emocional
mayor durante su tercer acto.
Como conclusión, “Raya y el último dragón” es una delicia visual llena de momentos tan divertidos como conmovedores. Como ya es costumbre en las historias creadas por Disney, esta tiene un mensaje inspirador y muy importante para nuestros tiempos.
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