“Cuestión de tiempo” es una película
dramática/romántica escrita y dirigida por Richard Curtis, un afamado cineasta
que durante años ha sido el responsable de algunas de las películas románticas más
populares como Love Actually, Notting Hill, Cuatro bodas y un funeral y el
diario de Bridget Jones. En esta ocasión dirige a un gran elenco conformado por
Domhnall Gleeson, Rahel McAdams, Bill Nighy, Lydia Wilson, Tom Hollander y
Lindsay Duncan.
La historia comienza en un poblado de
Inglaterra, Tim Lake (Gleeson) es un joven que vive tranquilamente con sus
padres y su hermana (Wilson) en una casa junto al mar. El padre de Tim, James
(Bill Nighy), le dice un día que los hombres de su familia tienen la habilidad
de viajar en el tiempo, o mas bien al pasado, únicamente a los momentos
previamente vividos por la persona. Tim decide aprovechar su poder para poder
encontrar novia, pero no es hasta que se muda a Londres y conoce a Mary (Rachel
McAdams) que encuentra un objetivo para hacer uso de su habilidad.
Richard Curtis se arriesga con poco
con el concepto de esta película ya que, a diferencia con sus trabajos
anteriores, tiene aquí un concepto que va inclinado a la fantasía. Sin embargo,
el entorno logrado por la película dentro de su historia hace que esto se
sienta natural y sea aceptado rápidamente. El director siempre ha encontrado la
formula perfecta entre comedia y romance que todas las películas de esa clase deberían
buscar, esta no es la excepción y el tono de la cinta es perfecto tanto para
divertir como para conmover en momentos claves de la trama.
A pesar de que la película tiene sus
fallos, es muy inteligente al hacer un constante duelo interior en el personaje
principal, quien en varias escenas de la cinta tiene que elegir entre sus
intereses personales y lo que es bueno para la gente que le rodea. En cada uno
de estas decisiones hay una lección con la que se queda el personaje y por lo
tanto va creciendo durante la película, siendo este un principio fundamental
del cine, pero que es expuesto muy claramente en la historia.
En cuanto a las actuaciones, Rachel
McAdams es una actriz que se adapta perfectamente a cualquier coprotagonista,
es por eso que ha trabajado con toda clase de actores a lo largo de su carrera.
Pero es muy difícil encontrar una química como la que tiene con Gleeson. Será
quizá la temática de la historia, la estructura narrativa o simplemente por un
gran entendimiento que tuvieron ambos, pero realmente la buena química entre
ambos se siente desde el primer minuto y perdura el resto de la cinta, haciendo
que sea muy fácil creerles el amor y la unión que hay entre ellos.
Otra pareja que brilla bastante en
esta película es la de Gleeson y Nighy como padre e hijo. Su relación se siente
muy auténtica y eso hace que estos dos protagonicen las escenas que
probablemente hagan llorar a más de uno y es que el amor que existe entre estos
dos personajes es en el que de verdad se enfoca la cinta.
El principal problema de la película es que cuenta con una incongruencia muy evidente. En una escena el padre de
Tim, interpretado por Bill Nighy, explica a detalle todas y cada una de las
reglas y limitaciones que tiene el viaje temporal del cual es capaz de
realizar. Todo está bien hasta que una de estas reglas es rota después de unos minutos
que pasa esa escena. Una desatención muy grande en el guion.
Esta película es una historia
romántica, sin embargo, no es exclusiva del amor de pareja, sino también del
amor paternal y el amor a la vida misma. El mensaje aprendido por el
protagonista, mismo que deja al final de la historia, es una verdadera lección
de vida y aunque pudiera ser algo recurrente en muchos medios, sin duda los
sucesos que ocurren durante la cinta les da una nueva dimensión y entendimiento
que nos permite analizar de una forma distinta este mensaje, el cual es: vive
la vida un día a la vez y haciéndolo como si fuera la segunda vez que lo vives,
para poder apreciar mejor los momentos con tus seres queridos y dar tu mejor
esfuerzo por hacer las cosas bien desde el principio.
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