Ben-Hur es el remake de la película del
mismo título estrenada en 1925 que adaptaba la novela de Lewis Wallace lanzada
en 1880. Dirigida por William Wyler y protagonizada por Charlton Heston,
Stephen Boyd, Jack Hawkins, Maya Harareet y Hugh Griffith, la cinta logró ser
el salvavidas de la productora Metro-Goldwyn-Mayer en su inminente quiebra y
marcar época como la película más nominada y galardonada en su momento,
consiguiendo 11 de 12 premios de la academia a los que fue nominada. Por si
fuera poco, con un presupuesto mayor a los 15 millones de dólares, se convirtió
en la película más cara de la historia en 1959.
Judá Ben-Hur (Charlton Heston) es un príncipe
de Judea con grandes riquezas generadas gracias a la comercialización de
especias a Roma. Hay tiempos de gran incertidumbre en el control de los romanos
sobre la región, por lo que el emperador envía legiones de soldados lideradas
por Mesala (Stephen Boyd), amigo de la infancia de Judá, quien intenta
convencerlo de entregarle a los judíos que se oponen al poder romano, pero ante
la negativa del príncipe, nacería un resentimiento del jefe militar hacia su viejo
amigo. Cuando la hermana de Judá, Tirzah (Kary ODonnell), lastima al gobernador
por accidente, Mesala condena a Judà a servir como esclavo en las galeras,
mientras que envía a su madre (Martha Scott) y hermana a prisión. Judá no se va
sin antes jurar venganza ante Mesala, a cualquier costo.
Lo realmente interesante de esta
historia es que se trata de un relato que acontece al mismo tiempo que los últimos
años de Jesús en la tierra. El personaje aparece con un papel muy secundario,
pero determinante en el viaje de Judá en su regreso a casa. Interpretado por un
desacreditado Claude Heater, la película jamás presenta su rostro y esto ayuda
a hacer énfasis en lo que el mesías provocaba a la vista de las personas que se
encontraban con él. La evolución del protagonista se debe gracias a su
encuentro con Jesús y deja un claro ejemplo de como las personas pudieron
sentirse ante su sacrificio y la inspiración que dejo en los corazones de
algunos, dejando a un lado el odio y aceptando perdonar y vivir en paz.
A pesar de que ya han pasado muchos
años desde su lanzamiento, Ben-Hur es una obra que sigue sorprendiendo por su gran
trabajo en su diseño de producción, vestuario y fotografía, mismas que tienen
una calidad superior a lo que existía en la época. Tan sólo la icónica escena
de la carrera de cuadrigas tiene alrededor de diez adelantos tecnológicos y técnicos
en el uso de la cámara, presentando tomas increíbles que captan de maravilla la
emoción y crueldad con la que se vivían esos acontecimientos.
La dirección de Wyler es uno de los
grandes pilares para el éxito de esta película. Su gran visión al rodar escenas
como la batalla en las galeras y la carrera de cuadrigas dejan ver su gran
habilidad para captar la emoción en escenas llenas de acción que pudieran sobre
cargar la pantalla, además de que utilizaba recursos que fueron revolucionarios
en el cine.
Cada una de las actuaciones son
impecables, pero es la de Charlton Heston la que se lleva toda la atención. El
legendario actor hace un papel icónico, que resulta muy impactante y lleno de emoción.
La manera en la que el actor presenta el odio, dolor y sanación del
protagonista es muy buena, tiene diálogos muy bien ejecutados que ayudan a
entender por completo al personaje y lo que pasa dentro de él.
Con sus tres horas y cuarenta y cinco
minutos de duración, la película puede pecar de tener escenas innecesarias en
ciertos aspectos, pero se sostiene con un ritmo firme que ayuda a mantener la atención
del espectador hasta el clímax de la película.
Seguramente Ben-Hur es una película bastante
popular que muchos habrán visto gracias a su constante programación en canales
de televisión abierta, especialmente en épocas de semana santa. Se trata de una
cinta que marco la historia del cine y es considerada como uno de los tesoros más
importantes de la industria, vale por completo la pena verla y estas fechas son
una gran oportunidad para hacerlo.
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